Las manos y el corazón que mantiene remozado el cauce de nuestra devoción.
Allá por el ecuador del año 2.002, cuando se le encomendó la restauración del Cristo del Silencio, solo teníamos entre nuestras manos, infinidad de motivos palpables de que, la delicada y necesaria tarea a acometer, recaía en las manos adecuadas. Y aquella decisión, (hoy día se sigue constatando), fue todo un acierto. Y es que, con el paso de los años, hemos comprendido alejados de cualquier tipo de duda, porqué este Cristo que tanto nos conmueve, eligió su hogar y sus manos para remozar el cauce de tanta esperanza, plegarias y oraciones.
Hoy, con el transcurrir del tiempo que es capaz de regalar la verdadera perspectiva de las cosas, hemos sabido apreciar en toda su dimensión la enorme profesionalidad y el buen hacer que atesora este ilustre egabrense en el admirado arte de la restauración y la imaginería, y al mismo tiempo, nos hemos llevado el valioso regalo de su cercanía, amabilidad y generosidad. Y es que, aquella relación tangible y profesional que debe ser propia de todo encargo, vino acompañada de una amistad sincera y cómplice. Que tranquilidad nos infunde saber que a nuestro alcance, tan cerca de nosotros, tenemos a un amigo al que confiar el centro de tantas emociones y sentimientos.
Verle trabajar, irradia a los ojos atentos, mucho más que el manejo de pinceles y pátinas. No solo se contempla y se palpa con facilidad un indescriptible respeto y cuidado por el arte. Es fácil admirar el dialogo íntimo y sincero ante la imagen objeto de sus cuidados y atenciones. Como nos gustaría saber que le ha contado desde su "Silencio". Después de todo, después de conocerle, de verle trabajar, de conversar con él… comprendemos esa especial y permanente relación que nace y se forja en su taller con las imágenes que acoge. Solo eso puede explicar, la constante preocupación que desde ese momento mantiene con ellas, acudiendo a su encuentro cuando aquellos que no respetan el arte y la devoción pretenden con sus acciones causar solo daño.
En muchas ocasiones se oye decir que los cofres de las grandes cosas están llenos de pequeños y valiosos detalles. Hoy, con total convicción, afirmamos de forma decidida, que esta Hermandad es aún más grande desde que Salvador forma parte de su historia.
Jesús Rodríguez López
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